Son las 17.00 de la tarde. Es lunes. Una furgoneta se detiene en el vado de la Calle Dindurra nº 9. Sillas, mesas, una televisión… a toda velocidad empieza a llenarse el local de una antigua inmobiliaria situada en el nº 8. «¿Qué van a montar aquí?», pregunta un señor mayor que pasea por la calle.
Ya es martes. Son las 10 de la mañana y el escaparate está lleno de anuncios. Un cartel corona el local bajo el nombre Mh Inmobiliarias. Todo parece indicar que una nueva agencia abre sus puertas. Aparece el mismo señor del día anterior y pregunta como hacer para publicitar un piso que tiene.
En la puerta un cartel indica que sólo se atiende con cita previa. La nueva inmobiliaria remarca que lleva más de 10 años buscando hogares. Empiezan a llegar personas. Gente que entra con la ilusión de encontrar un piso donde empezar a crear un hogar. «Me gustaría con 3 habitaciones», «¿Admitirá mascotas?», «Me gustaría por la zona centro»… las comerciales escuchan con atención los deseos de cada persona. Parece que la inmobiliaria tiene a disposición una gran oferta de viviendas.
«Si esta os gusta podemos ver una visita en video». Charo pone en valor que Mh Inmobiliarias respeta el tiempo de sus clientes y tiene preparada un visualización de las viviendas para que puedan valorar si quieren visitarla. Acompaña a la pareja a unas cómodas sillas. «Os dejo viendo el piso… ahora vuelvo».
«No nos lo podíamos creer»
La pareja no sale de su asombro. El video acaba. Se hace el silencio. Tras unos segundos eternos aparece Irma. Ella trabaja en el proyecto de calle Eslabón. «Queremos pediros disculpas, habéis participado en una campaña que estamos creando sobre la realidad del sinhogarismo». Como esta pareja, 12 personas descubrieron ese día la dura realidad que más de 300 personas viven en su ciudad.
Irma se sienta y empieza a hablarles de chupanos, naves abandonadas, alojamientos colectivos… podría estar contando hasta 275 historias distintas. 275 son las personas con las que han contactado durante 2020 desde este proyecto de intervención en calle. 275 vidas.
Roberto y Angela no salen de su asombro. Ellos buscaban un piso para construir un proyecto de vida juntos, para empezar a dar los primeros pasos en la creación de un hogar. Un lugar donde hacer resonar los recuerdos y sueños de una familia. Recuerdos que deshoja Carla sentada en un sofá recuperado de la basura. Sueños congelados con la única esperanza de encontrar un lugar donde poder calentarse por las frías noches de inviernos. «Un hogar es mucho más que un techo» insiste Irma.
¿Qué es el sinhogarismo?
Pensemos en una persona sin hogar. ¿Qué imagen nos viene a la cabeza? La mayoría de las personas no se dan cuenta que no es sólo aquella que puedes ver durmiendo en un cajero, en un parque o debajo de un puente. Esa es la forma de exclusión residencial más grave, pero existen otras muchas. De esto nos habla la clasificación europea ETHOS (ETHOS Typology on Homelessness and Housing Exclusion). Existen diferentes categorías de sinhogarismo:
- Sin techo: cuando una persona duerme en la calle, en un parque, en cajeros o en un albergue…
- Sin vivienda: personas que duermen en trasteros, habitaciones sin contrato de alquiler…
- Vivienda insegura: como el caso de Carla que duerme en un espacio no habilitado como vivienda. O personas que duermen en habitaciones de alquiler temporal.
- Vivienda inadecuada: personas que viven en chabolas, viviendas masificadas…
Y sobre esto trata esto. Esta inmobiliaria nos invita a que pensemos. Nos abre los ojos ante una realidad que está más presente en nuestras ciudades de lo que nos imaginamos… ¿Lo cambiamos?